Uno de los apartados más sorprendentes del sistema militar romano es el campamento. Los romanos articulaban toda su estrategia en base a los campamentos fortificados que albergaban sus legiones. Sus campamentos de invierno o en época de paz eran semipermanentes, construidos de madera y argamasa si eran campamentos eventuales o de piedra si eran campamentos permanentes. Muchos de estos campamentos crecieron hasta convertirse en ciudades, como por ejemplo nuestra española León.
Pero lo verdaderamente sorprendente eran los campamentos que los legionarios construían al final de cada marcha de 30 kilómetros o más. Un completo campamento fortificado que era destruido al día siguiente, antes de volver a iniciar la marcha.
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